Se
trata de una declaración formal e irrefutable. Corren tiempos difíciles y las demasiadas
demostraciones de poder de las que estamos siendo testigos están pisando los
talones a la guerra, guerra que cada vez está más latente en todos los rincones
del mundo. Y ante esta peligrosa situación sólo me queda poner el grito en el
cielo y declararte la guerra. Arden las calles de la misma
manera en la que arden nuestros corazones desde el momento en que decidiste
prender fuego a nuestra historia, a todos nuestros recuerdos, a todo aquello que nos mantenía
unidos. Este es mi último cartucho para obligarte a luchar y te aseguro que
pondré en él las pocas fuerzas que hoy me quedan. Gasté prácticamente todas mis
energías en un duelo cuerpo a cuerpo en el que tú peleabas por avivar el fuego
y yo batallaba como extintor con el fin de salvar lo poco que nos quedaba, lo
insignificante que nos mantenía juntos. A veces la guerra con alguien a quien
amas es mejor que la nada, que el vacío entre dos personas que lo fueron todo y
ahora son cenizas. Eres ya esa chispa ardiente, ese resquicio de esperanza en
la chimenea que con la fuerza adecuada puede iniciar un nuevo fuego. Espero ser
fuente de descarga y ese insólito soplo de aire fresco que finalmente te
reencienda y que nos lleve a hacer el amor de una vez por todas. Porque ya
estoy cansada de hacer la guerra y no me quedan fuerzas ni para firmar un
tratado de paz. Y quizás si lees entre líneas te des cuenta de que estas
palabras son una declaración formal e irrefutable de amor.
Alejandra Elorza Múgica