jueves, 26 de diciembre de 2013

Navidad

No tardes. Estas cosas no esperan, pasan una vez en la vida y yo te estoy dando la oportunidad. Estoy impaciente por besarte… No creo que pueda aguantar más. La espera me está matando y tu mirada clavada en mis ojos ha detenido el reloj. Nada se mueve a nuestro alrededor y eso me aterra.

Déjame quererte, te lo suplico. Es navidad, y eso es lo que hace la gente. Se quiere y se cuida, se da la mano, pasea y se hacen fotos besándose en el árbol de la Puerta del Sol.

Las calles están iluminadas con luces de colores. Todos cargan con bolsas de regalos, llevan gorros con pompones en la cabeza y no ocultan la sonrisa. Irradian felicidad. Y yo también quiero, junto a ti.

¿Y si vamos a pasear por Madrid y de la mano intentamos esquivar al frío? Asaltemos la esquina más calurosa de este crudo invierno y quedémonos en ella a vivir.

Podemos, si no te apetece pasear, ir a cenar, o comprar los regalos de reyes (estoy segura de que los estás dejando para el último momento como siempre), o a beber cerveza, o preparar cena para dos. Recuerdo que hace no tanto me dijiste que querías aprender a cocinar. Quizás este es el momento, ¿no crees?

Y si tampoco te entusiasma, te propongo ir a ver despegar aviones en Barajas e inventarnos historias sobre los pasajeros. A dónde van o si por el contrario están volviendo a casa, si les da miedo volar, si encontrarán el amor en ese vuelvo o estarán comprometidos, si vuelen solos o acompañados y si su compañero de viaje es realmente el amor de su vida. En definitiva, qué les mueve, qué les duele y qué aman.

A mí tú ahora mismo me estás moviendo. Trastocas mi vida y me mueves el corazón, que bombea sangre a mil por hora y siento que se va a salir de mi pecho y te va a alcanzar. Y también dueles porque te estoy amando como nunca y tú estás ahí paralizado, y yo estoy tan bloqueada que no consigo descifrar tu mirada.

Y ese enigma que es ahora tu mente me está llevando a planear una vida en tan sólo unos cuantos segundos, los que han pasado desde que te he dicho que ni puedo ni quiero seguir viviendo sin ti.

Y al fin te acercas, poco a poco. Sé que me cogerás la mano, pero no si después me darás un tierno beso en la frente o dejarás las dulzuras de lado y me comerás.

Y menos mal que has decidido que te apetezco para merendar. Que dices que te has cansado de malcomer y que soy lo que tu salud necesita. También te necesito yo, no te creas. Últimamente andaba desequilibrada y desorientada y a veces, más de las que me gustaría, creía que me moría cuando por las noches aparecía tu boca junto a la mía. Siempre en sueños por desgracia. Y para eso, me dicen en la farmacia, no hay cura.


Y ahora que has dado el paso y ya no hay distancia entre nosotros agárrame, y ya no me sueltes. Tócame el corazón y ponme el estómago del revés. Es Navidad y eso es lo que tú y yo hacemos en esta época.

                                                 Alejandra Elorza


jueves, 12 de diciembre de 2013

Mad love

A veces creo volverme loca cuando tu sonrisa ilumina suavemente la habitación en plena madrugada. Como si de repente se encendiesen cientos de velas con su romántica luz, pero en realidad eres tú, que sencillamente te has despertado bajo mi mirada fija puesta en tu rostro. Desconoces que tu sonrisa tiene el poder de reducir mi razón.

Cuando tus brazos me rodean por sorpresa por detrás y ya no tengo forma de escapar de ellos. “Da igual cuantas patadas des al aire, no te pienso soltar nunca”, me adviertes divertido. Y en ese instante creo enloquecer al darme cuenta de que estoy atrapada en tu abrazo, y que llevo en él el tiempo que ha pasado desde nuestra primera copa. Y entonces la calma se apodera de mí, pues es en tu regazo donde quiero quedarme a vivir, y tú me sueltas y dejas que continúe con mis cosas.

Y sé que llevo enredada en tu pelo negro más tiempo del que a veces nos gustaría, pero es que cuando estoy contigo el tiempo vuela. Los días que pasamos juntos se convierten en horas, y las horas se vuelven segundos. Y así, aunque llevemos una vida de riñas y sonrisas, sólo son en realidad unos cuantos días de los que ya perdí la cuenta.

Y es tu espalda la que conoce más poemas que mi diario, siendo ella el papel sobre el que escribo y la pluma mi dedo. Casi nunca te das cuenta de que las "cosquillitas" son en realidad mil y una formas de decirte que tu amor y tus maneras me están volviendo loca.

Y nunca me cansaré de sorprenderme cuando al encontrarnos, siempre tarde por tu impuntualidad, tu energía me atraviesa y me envuelve y me deja hechizada durante el tiempo que dura nuestra cita. Y aunque me cueste reconocerlo, la poción de tus ojos suele mantenerme encantada un rato más, directamente proporcional a la duración que nuestro encuentro haya tenido.


Y así, intentando que la voz me aguante hasta el final de esta declaración, creo volverme loca. De un tirón y sin pensármelo dos veces te digo que te quiero, y que lo hago con todas las letras, en mayúsculas y sin puntos suspensivos. Que no hay sitio para “peros” en mis palabras cuando de amor va la cosa.

Firmado,

                                                    Alejandra Elorza