jueves, 12 de diciembre de 2013

Mad love

A veces creo volverme loca cuando tu sonrisa ilumina suavemente la habitación en plena madrugada. Como si de repente se encendiesen cientos de velas con su romántica luz, pero en realidad eres tú, que sencillamente te has despertado bajo mi mirada fija puesta en tu rostro. Desconoces que tu sonrisa tiene el poder de reducir mi razón.

Cuando tus brazos me rodean por sorpresa por detrás y ya no tengo forma de escapar de ellos. “Da igual cuantas patadas des al aire, no te pienso soltar nunca”, me adviertes divertido. Y en ese instante creo enloquecer al darme cuenta de que estoy atrapada en tu abrazo, y que llevo en él el tiempo que ha pasado desde nuestra primera copa. Y entonces la calma se apodera de mí, pues es en tu regazo donde quiero quedarme a vivir, y tú me sueltas y dejas que continúe con mis cosas.

Y sé que llevo enredada en tu pelo negro más tiempo del que a veces nos gustaría, pero es que cuando estoy contigo el tiempo vuela. Los días que pasamos juntos se convierten en horas, y las horas se vuelven segundos. Y así, aunque llevemos una vida de riñas y sonrisas, sólo son en realidad unos cuantos días de los que ya perdí la cuenta.

Y es tu espalda la que conoce más poemas que mi diario, siendo ella el papel sobre el que escribo y la pluma mi dedo. Casi nunca te das cuenta de que las "cosquillitas" son en realidad mil y una formas de decirte que tu amor y tus maneras me están volviendo loca.

Y nunca me cansaré de sorprenderme cuando al encontrarnos, siempre tarde por tu impuntualidad, tu energía me atraviesa y me envuelve y me deja hechizada durante el tiempo que dura nuestra cita. Y aunque me cueste reconocerlo, la poción de tus ojos suele mantenerme encantada un rato más, directamente proporcional a la duración que nuestro encuentro haya tenido.


Y así, intentando que la voz me aguante hasta el final de esta declaración, creo volverme loca. De un tirón y sin pensármelo dos veces te digo que te quiero, y que lo hago con todas las letras, en mayúsculas y sin puntos suspensivos. Que no hay sitio para “peros” en mis palabras cuando de amor va la cosa.

Firmado,

                                                    Alejandra Elorza


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