sábado, 30 de noviembre de 2013

Gut-level-feelings

La revista Science ha publicado una investigación de psicología experimental que afirma que los sentimientos viscerales hacia nuestra pareja son los más acertados.

Los sentimientos nacen y mueren, no se crean. No se decide a quién querer o a quién olvidar. Las cosas no son tan fáciles. Queremos a quien no lo merece e ignoramos a quien nos ama. El verdadero amor es instintivo, no entiende de deliberaciones. Brota de dentro trastocando y mermando las razones de la cabeza.



Es como si jugásemos nuestras cartas en un campo magnético pero no todos tuviésemos los dos polos. Unos son norte y otros somos sur, según la parte del cerebro que más mande. Todos hemos probado a juntar los polos sur de dos imanes diferentes y el resultado está claro: se repelen. Lo mismo parece pasar con las personas. La atracción, ya se sabe, surge al juntar polos magnéticos opuestos. El amor consiste en encontrar a tu norte o tu sur. 

Hay que arrimarse a quien aplaste tu lógica con una buena dosis de sensación, que “sentimentalice” tus matemáticas y musicalice tu perfecta sintaxis con el arte, el color y la prosodia adecuada. Que no sólo el análisis es bueno, que a veces la síntesis es el mejor método si se es un conjunto. Y a partir de aquí, que se libren mil batallas entre el consciente de uno y la inconsciencia del otro. Pues será la razón quien aporte la cordura necesaria, pero la locura quien demuestre que se vive mejor de puntillas, con los pies en la tierra, pero no del todo…


Y es que hay que hacer caso a lo que sale de las tripas. A los estímulos que vamos generando y que sólo a unas pocas personas a lo largo del tiempo y ancho del mundo afectan alterando su sistema nervioso. A veces incluso nuestros estímulos sólo alentarán a una persona. Tus sentidos y los suyos se pondrán en alerta. Gusto, olfato, tacto, oído y vista preparados para el amor.

Pues hay que querer así, con los cinco sentidos y con lo que nace de las tripas. Hay que comerse a quien tengas al lado, sea cual sea su sabor con cada bocado te deja la miel en los labios y ese gustillo que sabe a “no dejes de besarme nunca” o "no te atrevas a irte de mi lado". Hay que escuchar hasta las seis de la mañana si hace falta y sin perder la atención, ya habrá tiempo de dormir. La melodía de sus palabras estará componiendo sin que te des cuenta la declaración de amor y guerra más sincera y bonita. Y también hay que mirar, sin parar y sobre todo cuando no se dé cuenta. El ser humano hace cosas extraordinarias cuando cree que nadie le ve. Y por supuesto no podemos olvidarnos de tocar, descubrir la textura y montañas de su cuerpo y no cesar hasta saber de memoria la curva de su sonrisa. Y nunca hay que dejar de lado el olfato. Es uno de los sentidos más sensibles y un simple olor te puede llevar a otro tiempo y a otro lugar: a su lado.

Parece ser que la clave del amor es unir polos opuestos que se quieran con los cinco sentidos.

Así que si decides quererme hazlo visceralmente, con gut-level-feelings, con puro instinto, plena improvisación y mucha inconsciencia. Que tu pasión sea automática y tus sentimientos salgan de ti como un rugido porque sean tan ardientes que te estén quemando por dentro, y reprimirlos sea la opción más insana. Si vas a quererme, por favor, pierde la cabeza.

Atiende a lo que te dicen tus vísceras, escucha atentamente a lo que tus tripas tratan de decirte. En definitiva, piensa menos y besa más.

Alejandra Elorza

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