Creo
en todo aquello que se cocina a fuego lento porque las cosas buenas, las que
realmente merecen la pena, necesitan tiempo.
Creo en tus manos rodeando mi
cintura pidiendo guerra, en los besos robados, en hacer esfuerzos y en mirarte sin que te des
cuenta.
Creo en tu sonrisa a media luz, en compartir el aire estando tu
boca a menos de un centímetro de la mía, en las cosquillas que hacen que mi
cuerpo entero se estremezca y en perdonar.
Creo en los susurros, en los riesgos, en la
pasión, en cocinar en pareja y en las mentiras piadosas para hacerte la mar de feliz.
Creo en bajar las persianas, encender velas
y fingir que es de noche.
Creo en reír hasta que la tripa duele, en las mañanas
de resaca, en los errores, en las fotos espontáneas, en los encuentros fortuitos, en mi corazón
dando un vuelco y en las imperfecciones de tu cuerpo.
Creo en las escapadas
románticas, en apagar el móvil cuando estoy contigo, en las prisas, en los pequeños detalles y en las personas que se
sorprenden con ellos.
Creo en el amor a primera vista, sonrisa, roce o lo que
surja.
Creo en conquistar a quienes tenemos al lado cada día, en los desayunos
que te traen a la cama y en el olor del café y de las tostadas recién hechas
inundando la habitación.
Creo en comerte a besos nada más verte, en los celos
incontrolados y en el sol de invierno.
Creo en los mensajes de amor en el espejo mientras me ducho, en el romanticismo, en los poemas y en los diarios.
Creo en el milagro que es que existas
Alejandra Elorza