lunes, 23 de junio de 2014

Mi acento en tu adiós

Y ahora, ¿eres feliz? ¿Descansas tranquilo? Yo sí, pero ¿y tú? Me ha contado un pajarito que el otro día mi nombre se coló en tu conversación y que tú, antes de hacerte el chulito delante de tus amigos, bajaste la cabeza y sonreíste. Deberías tener cuidado la próxima vez, pues los gestos dicen mucho más que las palabras.

Siempre te fue muy fácil soltarte de mí, colgar el teléfono por las noches y despedirte cuando nos esperaba un largo verano por delante. Te fue sencillo, parece, decir el adiós definitivo y buscar apoyo en los brazos de otra. Sin embargo, ahora sé que cuando te preguntan por mí sientes el invierno mientras que yo, después de un tiempo, siento paz al escuchar tu nombre y río de verdad. Que no quiero a mi lado alguien que me diga que no quiere bailar porque no sabe y es que quizás lo que no sabías es que el amor consiste en hacer el ridículo, en perder la cabeza y los papeles. Busco a alguien capaz de enfrentarse a las dificultades, que me mire a los ojos y sea sincero. Que las cosas cambian, y nosotros también lo hicimos. Yo probé no sólo un plan B, sino que agoté las 25 letras restantes del abecedario para buscar un punto de concordia con el que sacar adelante lo que era nuestro. ¿Y tú? ¿Lo hiciste? Quizás eso te pese más de lo que te crees. Ahora, después de escribir y borrar cientos de mensajes que nunca te llegaron, de imaginar un buen pasado y de encontrar el amor en cada esquina cada fin de semana, te he olvidado. Tú pusiste el adiós, pero yo he puesto el acento a esta palabra tan lapidaria. De repente un día me di cuenta de que ya no tomaba el camino largo para no pasar por delante de tu portal porque ya no tenía miedo de encontrarte y saber cómo te va la vida de primera mano. De repente, ese día, fue el más satisfactorio de todos los que he vivido gracias a ti y, curiosamente, ya no estabas conmigo.

Me ha contado un pajarito que ya no eres el mismo, que hay algo que ha cambiado en ti. Dice un pajarito, puede que el mismo, que yo tengo otro color, que desprendo energía positiva y que río más que nunca.

Olvidar pasa por sufrir, por romper y pasar madrugadas en vela. Olvidar es enfrentarse, asimilar, estancarse y tocar fondo para coger impulso. Olvidar es ser valiente y tú nunca destacaste por eso.


Para una amiga que vive un poco más arriba, pero apenas noto su ausencia. Para ella, la morena de ojos, pelo y piel que levanta pasiones. Para ella, que me dijo que me echaba de menos en las tres “w”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario