Y
ahora, ¿eres feliz? ¿Descansas tranquilo? Yo sí, pero ¿y tú? Me ha contado un
pajarito que el otro día mi nombre se coló en tu conversación y que tú, antes
de hacerte el chulito delante de tus amigos, bajaste la cabeza y sonreíste. Deberías
tener cuidado la próxima vez, pues los gestos dicen mucho más que las palabras.
Siempre
te fue muy fácil soltarte de mí, colgar el teléfono por las noches y despedirte
cuando nos esperaba un largo verano por delante. Te fue sencillo, parece, decir
el adiós definitivo y buscar apoyo en los brazos de otra. Sin embargo, ahora sé
que cuando te preguntan por mí sientes el invierno mientras que yo, después de
un tiempo, siento paz al escuchar tu nombre y río de verdad. Que no quiero a mi
lado alguien que me diga que no quiere bailar porque no sabe y es que quizás lo
que no sabías es que el amor consiste en hacer el ridículo, en perder la cabeza
y los papeles. Busco a alguien capaz de enfrentarse a las dificultades, que me
mire a los ojos y sea sincero. Que las cosas cambian, y nosotros también lo
hicimos. Yo probé no sólo un plan B, sino que agoté las 25 letras restantes del
abecedario para buscar un punto de concordia con el que sacar adelante lo que
era nuestro. ¿Y tú? ¿Lo hiciste? Quizás eso te pese más de lo que te crees.
Ahora, después de escribir y borrar cientos de mensajes que nunca te llegaron,
de imaginar un buen pasado y de encontrar el amor en cada esquina cada fin de
semana, te he olvidado. Tú pusiste el adiós, pero yo he puesto el acento a esta
palabra tan lapidaria. De repente un día me di cuenta de que ya no tomaba el
camino largo para no pasar por delante de tu portal porque ya no tenía miedo de
encontrarte y saber cómo te va la vida de primera mano. De repente, ese día,
fue el más satisfactorio de todos los que he vivido gracias a ti y,
curiosamente, ya no estabas conmigo.
Me
ha contado un pajarito que ya no eres el mismo, que hay algo que ha cambiado en
ti. Dice un pajarito, puede que el mismo, que yo tengo otro color, que
desprendo energía positiva y que río más que nunca.
Olvidar
pasa por sufrir, por romper y pasar madrugadas en vela. Olvidar es enfrentarse,
asimilar, estancarse y tocar fondo para coger impulso. Olvidar es ser valiente
y tú nunca destacaste por eso.
Para
una amiga que vive un poco más arriba, pero apenas noto su ausencia. Para ella,
la morena de ojos, pelo y piel que levanta pasiones. Para ella, que me dijo que
me echaba de menos en las tres “w”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario