lunes, 4 de noviembre de 2013

Jugar al escondite


Te escribía para contarte que al final regresé. A ti. Que si lo he hecho es porque contigo no me salen las cuentas. Me faltan principios y me sobran finales. Porque los cojines de mi cama se preguntan dónde estás y yo ya no tengo excusas con las que responderles. O responderme. Porque te espero cuando decides irte, de la misma forma en la que aguardas cuando decido desaparecer. Y de veras que no sé cuántas veces más vamos a jugar a este escondite; ni si la próxima vez que decidamos hacerlo nos encontraremos. Ni siquiera sé por qué me seguía escondiendo de ti cuando lo único que quería es que me encontraras y me llevaras a cenar a ese restaurante italiano tan nuestro. Me preocupaba que ya no supieses dónde buscarme, o que inconscientemente esta vez me hubiese escondido mejor que nunca. Pero no te preocupes, al final mi guarida no era tan buena y sumamos otro principio y restamos un final. Te escribía para contarte que hacía mucho que no escribía. Y ya sabes que no funciono muy bien como ser humano si no soy capaz de encadenar una palabra con la otra.

Tenemos amaneceres pendientes. Por eso también vuelvo a aparecer junto a ti en las fotografías. En blanco y negro a ser posible. Tenemos varias botellas de alcohol del duro esperándonos en mi habitación. A punto estuve de bebérmelas yo sola y a mi salud alguna que otra madrugada. Cuando pasas mucho tiempo escondido, a punto estás de perder la cabeza, pues no mantienes a los demás fuera sino a ti dentro. Te escribía porque he encontrado durante este tiempo canciones buenísimas que estoy deseando compartir contigo; y me han pasado una receta buenísima de lasaña que no veo el momento de cocinar para ti. No es ningún secreto que te encanto cuando me pongo el delantal y me quito los pantalones. También he descubierto un pequeño bar en Malasaña con tanto encanto que en cuanto entré, me di cuenta de que ya nunca más querría salir de allí. Hay poesía en cada uno de sus rincones, un submundo dentro del caos que es nuestra ciudad, uno de esos sitios donde beber sin sed es el único requisito para poder entrar y tomar asiento. Es un lugar que atrapa como lo hacen tus brazos. Una vez te rodean ya no sabes cómo escapar, aunque tampoco es algo que realmente me preocupe, pues siendo honesto me quedaría a vivir en ellos.

Te escribía, amor, para contarte que desde que decidiste por fin soltar tus frenos y pisar fuerte mi acelerador los días tienen otro color. Y nada tiene que ver con las estaciones, con que el otoño esté totalmente instalado y tiña Madrid de naranjas, amarillos y rojos; con que las aceras de las calles pequeñas y poco transitadas sean un manto ocre de hojas secas que crujen a nuestro paso. Adoro ese sonido. Nada tienen que ver los colores cálidos que marcan la triste despedida del estío con que tenga el corazón caliente, pero las manos frías. No es nuevo para ti volver a enamorarme en esta estación. Tú y yo ya nos hemos herido antes. Pero en eso consiste el amor.


Y ahora que hemos aprendido a querernos como es debido, se prevén tiempos de sumas y multiplicaciones en lo que al amor se refiere. Quizás y solo quizás, así me empiecen a salir las cuentas.


                                 Firmado, Alejandra Elorza

3 comentarios:

  1. "...Te escribía para contarte que hacía mucho que no escribía y ya sabes que no funciono muy bien como ser humano si no soy capaz de encadenar una palabra con la otra ...".
    Pues no dejes de hacerlo, es un placer leerte.

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  2. "Cuando pasas mucho tiempo escondido, a punto estás de perder la cabeza, pues no mantienes a los demás fuera sino a ti dentro." Me identifico mucho con esa frase. Llevo unas dos semanas escondida físicamente y a saber el tiempo que llevo haciéndolo por dentro.
    El último párrafo me lo guardo también. Es posible que hayas resuelto la ecuación del amor. A ver qué tal se da en la práctica.
    Me gusta mucho cómo escribes. Ojalá no sufras de extreñimiento literario, aunque a veces ocurre.

    Disfruta de la vida y sigue emocionando!

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  3. No sabía que escribías tan bién, ha sido un placer leerte!
    Bss
    Mª Jesús Menéndez

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